NADA PODRÁ MOVERTE

“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca” (Mateo 7:24).
Amado, tú no estás edificando sobre la roca si necesitas que un predicador te sacuda para que obedezcas a Dios. O si necesitas una lista de lo que debes o no hacer. No necesitas un libro de reglas, tú necesitas un amor apasionado por Jesús.
Cuanto más ames a Jesús, te será más fácil servirle y obedecerle. Cuando tu corazón está atrapado en Jesús, no tendrás que ir constantemente ante Él para decirle: “Dios, quiebra el poder del diablo sobre mí” No, todas esas cadenas se empezarán a caer al mismo tiempo que empieces a conocer Su corazón; y obedecerle se volverá tu segunda naturaleza.
Si estás enamorado de Jesús, te tengo varias preguntas:
¿Cómo puedes pasar todo un día sin pasar tiempo en Su Palabra?
¿Cómo puedes no anhelar estar a solas en oración con Él?
¿Cómo puedes no alabarle y adorarle?
¿Cómo puedes no buscar lo que a Él le agrada?
Jesus nos dice: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él” (Juan 14:21). ¡Qué promesa tan increíble!
Lee los evangelios y llega a conocer las palabras de Jesús. Comienza con el Sermón del Monte en Mateo 5 y lee hasta el capítulo 7. Y entonces, mientras aprendes Sus Palabras, ¡ejecútalas! Los mandamientos de Dios no son gravosos ni son una carga. Por el contrario, al obedecerlos se vuelve más fácil crecer en nuestro amor por Él.
A medida que edificas tu casa sobre la roca, podrás estar de pie, sin temor, cuando la tormenta llegue. Nada te moverá, porque has estado caminando en obediencia por amor al Padre.