EMBAJADORES DE CRISTO

“Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” (2 Corintios 5:20).
Llegar a ser un "embajador de Cristo" no es algo que nos esforcemos por obtener. Si tú eres un cristiano, tú eres un misionero. Esto no sólo significa ser enviado a ultramar o ir a cruzadas evangelísticas. Esta misión en la que estamos, consiste en poseer un corazón que lo ame de tal manera que queramos ver a otros llegar a conocer ese amor también.
Déjeme enfocarlo desde un ángulo diferente y decirte que no se trata sólo de ser enviado; no se trata sólo de alcanzar a tus vecinos. Es acerca de qué tipo de misionero eres.
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros” (Mateo 23:15).
Jesús está diciendo aquí: “Vas de un lugar a otro tratando de conseguir un converso, un prosélito y cuando lo consigues, es una persona peor que tú”. ¡Claramente ese no es evangelismo saludable!
Así que la misión de la que te estoy hablando hoy, no es sólo lo que decimos, en qué caridad estamos involucrados o hacia dónde vamos. Nuestro enfoque debe estar en quiénes somos. Tú eres un misionero para tu mamá y papá. Eres un misionero para tus hijos. Eres un misionero para tu cónyuge. Eres un misionero para tu prójimo.
El tipo de vida que vives, el tipo de corazón que tienes, el tipo de evangelio que demuestras; si es poderoso, si penetra en tu propia alma hasta el punto en que seas transformado; será el mismo grado en el que podrás cambiar y transformar al mundo que te rodea.