ODIANDO LA RELIGIÓN - Gary Wilkerson

Debido a que quiero que todos los pueblos del mundo conozcan la realidad de Jesús, paso mucho tiempo en viajes, alrededor del mundo, ministrando. Y luego, cuando regreso a casa, ¡oro para que todos los cristianos conozcan a Jesús también!
Espero que hayas entendido la broma, pero debes saber que estoy bromeando sólo en parte. Nuestras vidas como seguidores de Cristo no giran en torno a una religión que se pueda identificar, sino a una persona que se pueda conocer: Jesús. Hay una enorme diferencia.
La Biblia nos dice que existen tres cosas que actúan contra nosotros en nuestro caminar con Cristo: el mundo, nuestra carne y el diablo (ver Efesios 6:12). Me he preguntado: “¿Por qué no está incluida la religión en esa lista, ya que también actúa en contra de nuestra relación con Jesús?” ¡Entonces me di cuenta de que la religión está dentro de las tres!
Cuando uso la palabra “religión”, lo que realmente quiero decir es religiosidad. Esta es la idea de que colocamos la religión, nuestras creencias y prácticas teológicas, en el centro de nuestras vidas, en lugar del Dios amoroso. Es en Jesús que vivimos, respiramos y nos movemos, no en un sistema de creencias u obras.
Cuando lo miras así, la religión se convierte en una expresión de nuestra carne, es decir, nuestra naturaleza pecaminosa. Nuestra carne usa la religión como un escudo para resistir al arrepentimiento y hacernos sentir bien acerca de nosotros mismos. Mi tío Don Wilkerson, llama a esto “deslizamiento hacia adelante”. El deslizamiento hacia atrás (retroceso) es cuando las personas se apartan de Jesús por entregarse a pecados graves. El deslizamiento hacia adelante es apartarse hacia la otra dirección: acercarse hacia la religión y alejarse de Jesús.
Enfrentémoslo, ser religioso puede ser mucho más cómodo que estar lleno del amor de Jesús, tan sólo porque ser guiado por su amor puede hacernos parecer algo locos para el mundo.
Por favor, no me malinterpretes cuando digo que debemos odiar la religión. Lo que quiero decir es que debemos odiar aquellas cosas que llevan a la muerte espiritual en lugar de llevar a la verdadera vida en Cristo. Odiar la religión no significa amar tu carne; significa amar más a Jesús.